Las empresas y las marcas se preparan para “el gran agotamiento de 2026”. Lo he leído en este informe de WGSN. En una encuesta de 2022, el 65% de los encuestados dijeron que se sentían agotados debido a una vida personal y profesional más exigente, exacerbada por una policrisis de aumento de los costes de vida, incertidumbre financiera, tensiones geopolíticas y ansiedad ecológica”. Yijá.
Lo ha debido de leer el de recursos humanos de la empresa que puso este anuncio en Linkedin y quiere hacer buenos fichajes de gente talentosa y entregada:
“Nos gusta que disfrutes los momentos especiales junto a los que más quieras o dedicándote tiempo a ti mismo/a, por ello, ¡la tarde de tu cumpleaños será libre para ti!”
Hay empresas que no entienden nada. Con este tipo de cultura se te puede llenar la empresa de personas muy necesitadas de su sueldo o estatus lo que puede significar resignados o con miedo. Yo no me jugaría el progreso con gente así.
En ese informe, en el que no nos engañemos, lo que quieren es que las marcas consigan vendernos muchas cosas en 2026, dicen que viene una especie de optimismo racional. También os digo que bienvenido sea después de estos años. Dicen que nos vamos a centrar en los destellos de vida. Vamos, que la mayoría querrá pequeñas cosas que les hagan felices, reajustar el gasto, el desecho y lo que significa el éxito.
Luego hay otros tres grupos de posibles compradores: los que buscan causas que merezcan la pena, los que pasan de historietas y solo quiere hechos entre tanta desinformación y los que quieren hacer un mundo mejor a través de la tecnología. Todos dicen estaremos ahogados por exceso de noticias e información generada por la IA y buscando cómo alejarnos de nuestro móvil.
“La encuesta de WGSN también mostró que el gran agotamiento está afectando desproporcionadamente a la Generación Z, a los Millennials más jóvenes y a las mujeres: a nivel mundial, el 48% de las personas menores de 30 años dijeron que se sentían agotadas en el trabajo”.
¡Démosles la tarde de su cumple libre!
Esta novela ilustrada de Alicia Martin Santos Hecha a sí misma, es un disfrute. Cuca Báumez es una prometedora consultora que se deja llevar por los libros de autoayuda para triunfar en el mundo empresarial.
“¿Logrará, a base de proferir anglicismos y frases motivacionales, todo lo que se proponga?”.
Del informe me ha gustado la idea de ‘The Gleamers’: los brilladores, no sé cómo traducir ¿los destellos?
Vamos a por unos destellos de esos. Dos perfumes que nunca creí que me gustaran. Ya lo he dicho por aquí, pero me está cambiando el gusto. Bueno, en realidad, se está ampliando.
Angel de Mugler. No pensé yo verme con algo que huela a algodón de azúcar. Y, mira, aquí estoy. Siempre me había parecido que es un perfume que olía bien aunque no “my cup of tea”. Pero ahora me flipa. Al principio me huele algo a laca de pelo. Pero es un fogonazo. Después la cosa se pone seria. Dulce. Pero brillante. No sé. Es como ir a una feria en verano después de pasar el día en la playa. Pero hay brisa. Y llevo un vestido blanco y estoy a punto de tomarme un margarita. Algo así. Es verdad que no sé si es un perfume de verano porque es denso y dulce. Pero no estoy de cosas fresquitas. Lo siento gente que ama los cítricos, “not your cup of tea.” A favor, puedes rellenar el frasco. Menos desecho y mejor precio también. Creo que fueron de los primeros en ofrecer este servicio.
Love Frenquency de Charlotte Tilbury: el nombre y el frasco tienen el rollo de una rusa que veranea en Marbella y lleva mucho oro y hialurónico. Quizás incluso es medio adolescente. Jamás lo hubiese comprado. Pero el olor es una gozada y resulta que todavía hay gente que compramos perfumes por el olor. Lleva mucha rosa, pero no nos pongamos tontos, que la rosa es tan cursi que puede llevar a errores, algo así como el color del frasco. Esta rosa es otra cosa, es un poco picante ¿ahumada? Y a la vez tiene algo por ahí verdecito que te aguanta el tipo. Mucho almizcle y azafrán. Mi amiga Paloma Abad, que es otro nivel a la hora de hablar de perfumes, tuvo un flechazo al olerme. Y no es una nariz fácil de complacer. En los foros, algunos lo odian. Creo que es un perfume para probar en la piel porque debe volverse frutal en algunas pieles. No sé. Yo voy a tope con ella.
Una cosa fantástica es pensar que con 45 años se puede cambiar hasta de gustos. No está nada mal cuestionarse a uno mismo. Nunca sabes a dónde te puede llevar.
Como este tipo. Su línea de tiempo en Linkedin se hizo viral porque pasó de currar 22 años como arquitecto de datos en Microsoft a criador de gansos.
Acabó escribiendo un post sobre su actual ocupación. “En realidad, mi esposa y yo cultivamos/producimos mucho más que gansos. Contamos con árboles para madera, árboles frutales, grandes huertas, uvas, pollos, gansos y bambú. Cosechamos árboles para molerlos en un aserradero y construir proyectos como un gallinero”.
Esto deben ser los destellos también.
Amaya Ascunce
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Hay una teoría sobre los olores y las hormonas que ahora no me voy a poner a googlear. Como cuando en mi embarazo de mi primer hijo perdí mis mechas rubias y el pelo se me alisó y ya no ha vuelto a ser el mismo, o como con el subidón de estrógenos me hizo odiar hasta las náuseas el olor de pescado. Pues a lo que voy, que yo también he cumplido los 45 y creo que me ronda la perimenopausia porque no tengo sofocos (aún) pero la colonia de mi marido antes me parecía- meh, ahora me huele a “Adonis ha pasado por aquí” pero vamos, que esto es una observación de dominguera medio dormida.
Yo también quiero criar gansos. ¡Feliz domingo!