Antes de nada, quisiera subrayar que se ha de tener esperanza y creer, que incluso en las peores situaciones pueden mostrar inesperadamente su otra cara y conducir a algo bueno.
Versión Original, de Lilianna Lunguiná
No tengo mucho que contar. He estado una semana en la playa. Ni siquiera pretendía mandar esta newsletter hoy. Por primera vez, va tarde. Pero me ha dado pena cambiar el paso.
Aquí estoy.
Lo más importante que me ha pasado ha sido que nos dejamos enterrado a “Malomito” en la playa. Drama. “Malomito” es el primer muñeco de mi hija. Ha vivido mucho a estas alturas. Nos dimos cuenta y ni siquiera fuimos capaces de confesar su ausencia. Cogí el coche y me bajé a buscarlo. Estuve casi una hora peinando la arena con las manos y los pies. Una familia me miraba con pena. ¿Habrá perdido del móvil? ¿Una joya? ¿Algo de valor? No se podían imaginar el valor de “Malomito” en mi casa. Volví rendida y con las uñas llenas de mierda y arena.
Lo otro importante que me ha pasado es un libro: ‘Versión Original Memorias literarias narradas a Oleg Dorman’, de Lilianna Lunguiná. Cuenta la vida de la protagonista que fue testigo de algunos de los acontecimientos históricos más importantes del siglo XX. Nació en 1920 en Rusia, pero vivió en Francia, Alemania y Palestina hasta que a los 13 años volvió a Moscú donde pasó el resto de su vida. La KGB, la huida de la II guerra mundial, las deportaciones a Siberia, los chivatazos, el miedo, la cultura, los buenos libros, el hambre, Stalin, el antisemitismo, la libertad y la falta de ella, el amor, la inteligencia, el arte... Muy intenso.
Claro que yo entendía que en según qué zonas los arrestados tenían que trasladarse hacia los lugares donde cumplirían condena, que lo hacían a pie, probablemente medio descalzos, que caían derrengados, incluso había oído que los acompañaban los guardias a caballo y los perros, pero verlo… ¿Cómo explicarlo? Bueno… por un momento no quieres vivir, da igual que solo tengas veintiún años. Te das cuenta de que la maldad humana ha llegado a tal grado que unos hombres observan indiferentes a otros destrozados por la tortura y te atraviesa la idea de que no quieres seguir formando parte de ello. Es lo que sentí: que no quería vivir más. Después me acostumbré. Pero aquel primer grupo de presas no lo olvidar.
Me sorprendió mucho esta idea:
El valor, digamos físico, —por ejemplo, en la guerra, cuando el hombre supera el miedo a las balas o cuando vence su temor y sale a la calle aun sabiendo que los malhechores campan a su anchas— no tiene nada que ver con el valor intelectual. Y resulta —la vida me lo ha enseñado así— que el valor intelectual cuesta más que el valor físico, que la superación del temor por tu propio pellejo. A la gente le es más fácil arriesgar su vida que aceptar que todo el camino recorrido ha sido un error, renegar del pasado, renunciar a la corriente a la que ha servido a lo largo de su vida.
Nunca lo había pensado. Y no sé hasta qué punto es verdad. Pero quizás sí sea más sencillo tener un impulso físico de defensa o ataque. El intelectual requiere no solo valentía sino reflexión. Oponerse al que manda, decirle al emperador que va desnudo, ser consciente de que puedes perder muchas cosas. No solo en los términos en los que tuvo que vivir Lilianna, tan extremos, donde además suponía replantearse todas las decisiones pasadas. En nuestra vida normal también podemos ejercer esa defensa de lo que consideramos justo. Y a veces es jodido decirse: estaba equivocada, debería haberme comportado de otra manera.
Sin embargo el libro me ha resultado muy optimista. Ella cree en el arte, en el amor y en las personas.
Después de todo, en las personas honestas —lo sé por experiencia propia— late una gran necesidad de vencer el miedo y ayudar de algún modo. Es una necesidad del alma. Simplemente, te sientes tremendamente humillado si no te atreves a hacerlo. Exacto, esa es la palabra: humillante, te humilla no poder arrimar el hombro. Es como pasar de largo ante alguien que se está ahogando.
Están bien las semanas en las que un libro es casi lo más importante que nos sucede. También el descubrimiento de una heladería ha tenido cierta trascendencia en mi familia. Quiero más semanas así. Además, el drama de “Malomito” se ha convertido en el milagro de “Malomito”. Cuando llegué dispuesta a confesar la pérdida, me senté en el sofá, y allí estaba, tan pancho. Cómo ha llegado a casa es un misterio. Nadie recuerda haberlo desenterrado, haberle limpiado la arena, y haberlo llevado a casa.
No hemos querido indagar mucho porque a veces es mejor creer en los milagros que saber cómo suceden las cosas.
P.D. 1 El libro es muy bueno, pero no es fácil de leer. Las menciones sobre autores y poetas hacen que sea complicado de seguir a ratos. También viene bien releer algo de la historia de Rusia a la vez. Dicho esto, una gozada.
P.D. 2 Estos días me huelen a esta colonia de Guerlain. Es su nueva Aqua Allegoria Nerolia Vetiver. Me gusta fijar un olor concreto a unas vacaciones. Luego, siempre que quiera, me puedo trasladar a esos días de golpe. Es muy fresca pero con cierta fijación. Huele infantil. Como la cabeza de ‘Malomito’.
Me encanta asociar perfumes a lugares. Oler bien es una prioridad en mi vida. A algunos les parecerá una tontería, pero un buen olor puede cambiar un mal día de repente.
Me has recordado a La hija oscura, de Ferrante... me encanta haber descubierto tus newsletters.