Desde el 5 de septiembre tengo un pitido en el oído izquierdo. Es como el sonido que hace el procesador de un ordenador, pero un poco más agudo. A veces parecen grillos. Solo lo tapa por completo el ruido de la ducha. El resto del día vivo con un ‘pi’ agudo en mi cabeza. El consumo de agua ha subido en casa. Y estoy valorando mudarme a vivir al baño.
Dicen que si te pita un oído, es que alguien está hablando de ti. Si es el izquierdo, mal. Un jodido mes. ¡Tú! Creo que ya vale.
No quería ni mencionarlo porque al contarlo parece más real. Y, sobre todo, no quiero ni una historia más de gente que vive con ello. “Lo integras”, dicen. Incluidos los tres otorrinos que me han visto. Todo está bien, no tienes nada en el oído, no has perdido audición, no se ve nada. Excepto que aquí sigue: PIIIIIII.
He tenido momentos de ansiedad y desesperación pero vivo convencida de que se va ir. En cualquier momento. Comenzó por una otitis, y el día que desaparezca voy a llorar. En este momento estoy tomando ginkgo biloba, zink, Flores de Bach y si me decís que a una tía vuestra se le fue después de chupar una piedra del Monte Perdido, pues hago la mochila.
No diré que ha sido mi mejor mes.
Me he dado cuenta de que cuando estoy jodida leo el horóscopo. A veces me da esperanza y otras, estrés. Por ejemplo, hace dos semanas ponía: “Los lanzamientos irán bien”. Pero yo no tenía ningún lanzamiento entre manos. ¿Estoy perdiendo una oportunidad? ¿Era mi momento y lo he dejado pasar? ¿El lanzamiento del podcast de ELLE, Perder el hilo, que será dentro de dos semanas irá mal por esto?
“Te pasara algo bueno en un viaje”. Y yo agobiada porque igual el pitido se marchaba si estuviera en Benidorm pero aquí estoy, en mitad de Madrid, donde las obras de levantamiento de aceras, la limpieza de hojas, y el propio ruido de la ciudad pueden trastornar a alguien con un pitido en el oído que se escucha por encima de toda esa marabunta. Es más, se intensifica.
Pero me da alegría cuando leo “Algo que te tiene muy molesta desaparecerá”. Y todos sabemos que es el pitido.
Me cuesta concentrarme para leer y escribir pero he escuchado un libro (en audiolibro) que me ha encantado: El peligro de estar cuerda de Rosa Montero. En este momento me viene bien leer sobre otras personas ansiosas, deprimidas o neuróticas. Y, además, me ha hecho escribir mi pitido aquí. Intentar abordarlo de la manera en la que siempre he construido mi pensamiento: escribiendo.
La escritura nos permite vivir, es decir, es el vehículo a través del cual nos relacionamos con el mundo y con las cosas.
He hecho algo contra el miedo. He permanecido sentado toda la noche y he escrito.
Escribir es un milagro poderoso que, paradójicamente, nace de la impotencia, y que permite a quien está preso de sí mismo (de su cabeza fallida, de su neurosis, de un mundo irreal) construirse una existencia lo suficientemente válida.
Todo eso dice Rosa en un libro precioso que cuenta su historia sobre la creatividad, la locura, la creación pero también las de otros como Sylvia Plath, Virginia Woolf o Mark Twain:
“Un día contó en una entrevista que había tenido un hermano gemelo, Bill, con quien guardaba un parecido tan enorme que nadie podía distinguirlos, de modo que les ataban cordoncillos de colores en las muñecas para saber quién era cada cual. Pero un día los dejaron solos en la bañera y el hermano se ahogó; y, como los cordones se habían desatado, nunca se supo quién de los dos había muerto, si Bill o yo”.
Escribir a veces me ayuda a restar peso a las cosas, a entenderlas, a alejarme de ellas o incluso a despegármelas. Aunque también hay algo de esto.
Nunca dejo que la realidad me pise una buena historia. Porque como dice Rosa:
La existencia de la Literatura es la prueba evidente de que la vida no basta.
P.D. 1 En serio, ni una historia de un primo o vecino que se acostumbró a esto. Solo quiero historias de gente a la que se le pasó sin más. Aunque tenga que chupar piedras.
P.D. 2 Sí, me gustan los audiolibros. Es distinto que leer pero en este caso tener a Rosa al otro lado me ha hecho meterme mucho en su historia. No soy una purista. Me gustan las buenas historias en cualquier formato: ebook, series, libros, pelis, artículos…
P.D. 3 PIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII.
Anda, que eres piscis...¡como yo!(ahora todo cobra sentido🤣)Mi querida piscis 43, estoy plenamente convencida de que chupar piedras a medianoche en el monte del destino, vestida de blanco y cantando "I will survive" es lo que terminará con tu piiiiiiiii de una vez por todas. Mano de santo. Ánimo y no dejes de escribir.
Estoy leyendo (escuchando) el último de Almudena Grandes. Es distinto, como dices, pero te da la posibilidad de leer (escuchar) en momentos en los que de otra forma no podrías hacerlo. Y, aunque no sea lo mismo, a mí me vale. Llevo un año lector meh y cualquier estrategia me va bien. Tengo pendiente leer el de Rosa porque su podcast con la Mitre fue como verse reflejada. Supongo que las de la ansiedad compartimos “taritas” que nos hacen ser equipo. Gracias que ahora se cuentan más las cosas, cuando yo empecé a contar que iba a la psicóloga aún era un ejercicio de valentía lo de verbalizarlo... ahora que lo escribo, puede que aún sea así. Ánimo con ese pitido. A ver si se marcha ya