Yo iba en un taxi a un evento en el Ritz por el día de la mujer cuando me llamó Isabel Sbert. Recuerdo el olor a fresa pocha del taxi y lo que llevaba puesto, yo, no el taxista. Es un vestido con una forma preciosa pero que tiene el mismo tono de marrón que los cojines de los bancos de mi colegio y a mí me hace sentirme infantil y mal vestida pero no lo tiro nunca. Tiene más de 15 años. Me lo estiraba con fruición mientras ella me contaba la idea que había tenido para un libro. Quería que le hablara de mi experiencia con la maternidad, si me había convertido en una drama mamá, cómo echaba de menos mi vida anterior… Recuerdo el olor a fresa que me daba ganas de vomitar porque el taxista debía estar compitiendo en algún tipo de carrera por la forma en la que conducía. Recuerdo los nervios por la llamada.
Hacía solo un mes que había comenzado esta newsletter para forzarme a escribir algo que no fuera trabajo, productividad, y objetivos. Isabel me leía y me traía esa propuesta. Para alguien a quien le cuesta sentarse a escribir siempre es mejor un encargo porque te obliga, pone plazos, destino… Pero no podía escribir ese libro. Yo no echaba de menos mi vida de antes y no me había convertido en una drama mamá. No había historia. Y se lo dije: “Mira Isabel, a mí me ha costado seis años tener a mi hija. Yo nunca pensé que ser madre fuera algo para mí. Luego no pude serlo y me metí en un proceso personal y jodido del que parece que salgo ahora y, encima, contra todo pronóstico por mi parte, y creo que por casi todo mi entorno, ser madre me hace feliz, me relaja y me siento una privilegiada por serlo. Me encantaría pero no tengo libro”.
Isabel me dijo: “Escribe eso entonces”.
He robado minutos a mi propia vida, al sueño, a mis vacaciones, a mi tiempo para leer, para relajarme e incluso a estar con mi hija. Estuve meses en un túnel de creación que es algo aterrador e increíble. Se me mezclaba con los sueños, con la vigilia, mientras cuidaba a M. en el parque, en los taxis, nadando o comiendo. Mi propia voz se me colaba por todos lados. Y me he inflado a llorar escribiendo este libro. En cada una de las relecturas y ediciones. Me he caído mal, peor, terrible. Me he hecho gracia, me he dado pena, y vergüenza. Y me he perdonado.
No se lo di a leer a nadie. Ni siquiera a mi marido. El día que había acordado la entrega se lo mandé a Isabel. Ahí estaba el precipicio. Es una sensación parecida a decirle “te quiero” a alguien por primera vez. Toma esto. Esto soy yo. Haz lo que quieras. Su mensaje a los pocos días me sentó como un bálsamo. Tenía sentido. Estaba bien. Había libro.
Y aquí está.
Se titula La idea de ti. Y a estas alturas me cuesta decir de qué va. Imagino que sobre lo que esperamos de nuestra vida (pareja, trabajo, hijos), sobre lo que esperamos de nosotros mismos, y cómo casi nada de eso sucede. También sobre el miedo al dolor, a ser vulnerable. Sobre el control y la ansiedad. Y sobre la infertilidad, claro. Diría que no un es un drama para nada. A pesar de que yo lo viví así en aquel momento.
Creo que me voy a morir de pudor cuando salga porque no sé porqué hago esto. Contar cómo dejé a un novio y acabé metida en una bañera de hotel bebiéndome una botella de tinto sola. O por qué el primer condón de mi vida lo puse agarrada de la mano del novio de una de mis mejores amigas, o por qué casi tengo un ataque de pánico por comer queso no pasteurizado estando embarazada. O los otros ataques de pánico, los que sí que tuve, sin el casi.
El 9 de junio saldrá publicado. Pero ya está en preventa en varias librerías y Amazon. Además he tenido la suerte de que Ana Ayala ilustre cada uno de los capítulos.
No sé. Ojalá os guste.
P.D. 1. En serio, no es un drama.
Si un día termino mi libro, tendré que decir lo mismo: lo hice porque Amaya me hizo sentarme a escribir sobre Nueva York. Enhorabuena, preciosa. Eres bravísima.
No he acabado la newsletter que me lo he comprado (en papel).
Empezaré disfrutando con el olor a libro nuevo ya que desde que tengo ebook, los libros en papel que entran en casa son pocos y escogidos y añoro ese olor.
Impaciente es poco. :)