Le pido las cosas por favor al Chatgpt. Me siento una esclavista por decirle: traduce, explica, dime, corrige sin más. Por eso le digo por favor y gracias. Al principio pensé que era idiota. Ahora, que tengo miedo a que nos acabe gobernando la Inteligencia Artificial, pienso que mi historial de peticiones puede jugar a mi favor. A esa no la matemos, dirá Skynet, que siempre nos daba las gracias.
En el fondo, soy una optimista. Se lo explicaba el otro día a un amigo que no me creía. Decía que qué cojones de optimismo si tengo una mochila para el fin del mundo debajo de mi cama y un bidón de comida liofilizada de la NASA. Mi amigo no entienda nada, tengo todo eso porque creo que existe la posibilidad de salvarse, por eso soy una optimista. Y él se olvida de las pastillas para potabilizar agua, el pedernal, la caña… ¿No diréis que no es de optimista pensar que voy a sobrevivir pescando mi propia comida cuando mi receta estrella es abrir un bote de hummus?
Yo por supuesto que creo en los milagros. Así se llama una alerta de búsqueda de pisos que tengo puesta en Idealista: milagro. Y todos los días recibo un mail en el que pone: Hoy no hay novedades para su búsqueda MILAGRO, pero le recomendamos un quinto sin ascensor interior para reformar por 530.000 euros. Madrid ¿cómo no amarla? Una ciudad en la que te puedes gastar 600.000 euros en una casa que, en realidad, no te gusta. Pero peor es alquilar. Yo he vivido en 9 casas en esta ciudad. No lo recomendaría. El alquiler está bien como casi todo, si tienes mucho dinero. Si no, acabas viviendo en quintos interiores donde no puedes ni poner una chincheta en la pared sin que el casero quiera empalarte.
Escribo este texto vomitando y con fiebre. Me he comprometido a mandar la newsletter cada dos semanas, me ha pillado el toro y también me ha pillado una buena gastroenteritis. Hace nada de mi último catarro. En el pasado yo creía que tenía un buen sistema inmune pero resulta que solo era buena manteniéndome alejada del foco de infección, es decir, de los niños.
Hoy no he comido nada en todo el día. A cambio, me he puesto dos perfumes en cada mano. Me he dado cuenta de que si tengo hambre, a veces me echo perfume.
By the fireplace de Maison Martin Margiela huele a humo, a castañas y vainilla. Me huele a dar un paseo por la Taconera en Pamplona y acabar comiendo una tarta y un café melange en el Vienés, cuando era el Vienés con su enorme poster de Victor Hugo. Además, este perfume no es súper caro como las barbaridades que a veces recomiendo.
El otro es la última versión de L´Air du temps de Nina Ricci, un perfume que no sé pronunciar, y que usaba mi admirada Joan Didion. Es una edición especial con el frasco de cerámica y otro aroma. La primera vez que lo olí me pareció un sin más, pero llevo semanas obsesionada. Es almizcle, clavel, y neroli, que a mí no me suele gustar porque me recuerda a colonia de bebé, que de alguna manera me huelen a pañal. Pero esta versión con ylang-ylang me resulta jabonosa, y limpia, perfecta para un día de gastroenteritis.
Vengo con poco. Pero no sé por qué me siento culpable de no responder a esta autoimpuesta obligación de mandar dos newsletters al mes. Iba a pediros perdón pero, chica, tampoco sois Skynet.
Amaya Ascunce
P.D.1 Aquí hay gente nueva leyendo que igual no ha soportado el spam con mi último libro. No vaya a ser que quieran colaborar con mi casa en la playa y no lo hagan por ignorancia o dejadez mía: La idea de ti, que no deja de ser un libro parecido a estas newsletters sobre un momento jodido de mi vida, pero otros maravillosos.
Es la primera vez que te leo y me has encantado. Ha sido como si una amiga te contase un día de mierda pero sin revolcarse en ella. Con estilo.
Bienvenida a mi Vida 🩶 y gracias por compartirte
Me encantasssss