Lo del drama me viene de siempre. Resulta que mi libro preferido de niña era un dramón. Se titulaba Nacida en Domingo, de Gudrun Mebs. Contaba la historia de una niña que vivía en un orfanato, y que soñaba con tener unos padres muy ricos que la sacaran a pasear y luego la adoptaran. Pero nada salía como quería a pesar de que se supone que los niños que nacían en domingo, como ella, eran muy afortunados. En un arranque me acabo de comprar un ejemplar usado en una web con una pinta bastante dudosa. Veamos si este ataque de nostalgia no acaba con mi cuenta bancaria a cero por meter mi tarjeta en el sitio equivocado.
El cuento de la cerillera también me marcó. Con su niña que muere de frío mientras gasta las cerillas una detrás de otra sin que nadie la ayude. La típica literatura infantil animada y optimista. Y recuerdo una preciosa edición ilustrada de la bailarina y el soldadito de plomo y su pata de palo, y toda su tristeza.
Aunque se ve que yo también tenía humor. Estuve ayer en la biblioteca del barrio y en el cajón de los libros que te puedes llevar encontré Me puse bizca y papá se picó, de Ursula Haucke. Menudo viaje al verlo.
Es el diario de una niña de 9 años que quiere un perro salchicha y está lleno humor e historietas familiares. Recuerdo Las aventuras de la mano negra, Alfred Hitchcock y Los 3 investigadores, Las mellizas O’Sullivan, La historia interminable, Las fábulas de Esopo… Tuve mucha suerte. Leer en mi casa era una prioridad y en ello se destinaba tiempo, atención y dinero.
Este ejercicio de memoria vino porque Unicef me escribió por si me quería sumar a una acción que tienen el 20 de noviembre a propósito del Día del Infancia. Me pedían que compartiera los libros que me transportaban a mi infancia. También me explicaban que ellos han preguntado a muchos niños “¿Cómo es el mundo en el que te gustaría crecer si fueses un niño o una niña?” Y han tenido que dibujarlo. Esta ilustración es la suma de ese resultado.
A pesar de toda esa querencia por el drama, yo tuve una niñez muy feliz. Aunque no soy de las que cree que como nuestra infancia, ninguna. Internet está llena de frases tipo: sobrevivimos a los columpios de acero. Y aquí estamos. Tuvimos profesores que fumaban en clase. Y aquí estamos. Montamos en bici sin casco. Y aquí estamos.
Y eso nuestra generación. La de nuestros padres:
“Cuando tú eras pequeña, íbamos ocho en el coche sin sillas de protección, y aquí estamos”. “¿Pero qué es eso de que los niños no coman frutos secos? Tú comías y aquí estás sin ahogarte ni nada”. “¿Qué daño le va a hacer a un niño una buena bofetada a tiempo?”.
Por no hablar de la generación anterior, la de nuestros abuelos: “Pues yo me puse a trabajar a los 9 años y aquí estoy”.
Los que están, claro.
Vamos para adelante, mejoramos, y cuidado con idealizar ese pasado. Por no hablar de que millones de niños del mundo viven aún en ese pasado. ¿Cómo es el mundo en el que te gustaría crecer si fueses un niño o una niña? Tiempo, atención y dinero. Por supuesto que amor también, pero se necesita lo otro, seguridad, comida, higiene, protección, y libertad...
No soy capaz de resumir los terribles datos que me ha pasado Unicef en su informe. Desde las actuaciones en las emergencias como Sudán, Nigeria o Ucrania hasta los problemas de salud mental en la adolescencia en países como el nuestro. También me asusta cómo afecta el cambio climático a millones de niños, y qué futuro les espera con adultos que en 2022 siguen poniendo en duda la responsabilidad que tenemos en esta realidad demostrada, todavía no entiendo con qué propósito, porque el mundo de mierda lo será también para ellos.
No sé. Me bloquea. Y escribir es de lo poco que se me ocurre que puedo hacer.
P.D. 1 Para colaborar aquí: Hazte Socio.
P.D. 2 Sigo con el pitido. Tened por seguro que si se me pasa, lo contaré, publicaré e incluso escribiré en el cielo con fuegos artificiales (es un decir, que me veo el comentario de que no son sostenibles).
Tiempo, atención y dinero
Viaje el mío al leerte. Tengo todavía mi ejemplar de Nacida en Domingo y me acuerdo como si fuera hoy de la madre adoptiva y la bañera de espuma. Mi hija nació en domingo y se lo cuento de vez en cuando.
Las catástrofes en las que hay niños involucrados me duelen especialmente. Gracias por colaborar con UNICEF. Nos uniremos también
Leer era de los mejores momentos de mi infancia, meterme en esos mundos y vivirlos como propios. Aún hoy araño minutos al día para refugiarme entre frases y letras.