Yo esta semana he aprendido a soñar. Pensaba que sabía, pero resulta que no. Resulta que tengo el espíritu de los que dicen que tener un ático es incómodo, que si mucho calor o mucho frío. Ajá. Pues yo igual con las casas en la playa. Hasta hoy.
He pasado unos días con unos amigos en lo que podría decir que es la casa de mis sueños. La casa en sí misma no importa mucho más allá de su situación y sus vistas. De la cama a la playa llegaba en 45 segundos. Y se veía el mar por todas las ventanas, excepto por dos que se veían y olían naranjos en flor. Yo a la vida solo podría pedirle además, una piscina cubierta. Y la finca tenía sitio en la parte de atrás para hacer una. Pequeña pero suficiente.
Hasta ahora, en mi sueño constante de una casa en la playa yo buscaba casitas en segunda o tercera línea. Me repetía esa tontería de que contra el mar la casa sufre mucho. Que si el viento es terrible. Las ventanas cierran mal. El sonido de las olas es incómodo… ¡Ay pobrecita! Ni para soñar.
Los cuatro amigos nos hemos pasado la semana a tope de porno inmobiliario. Somos como niños con el catálogo de juguetes de El Corte en Navidad. Me compraba esa, esa y esa. Aquella no, que no tiene hueco para hacer piscina. Mejor en una sola planta que cuando seamos mayores lo agradeceremos. Necesitamos poseer todas esas casas. Miramos precios en Idealista. Simulamos hipotecas. No sale ninguna cuenta, por supuesto. Quizás en segunda línea, igual sin piscina… Y ahí es como se deja de soñar. Así es como se adapta uno a su realidad y acaba deseando una casa que no quiere. Porque total, para no comprarla, al menos vamos a soñar con la perfecta, la que vas descalza de tu cama a la arena en 55 pasos. La que lees desde la cama viendo el mar, y en la que no oyes el pitido porque el ruido de las olas lo cubre todo el rato.
Leí hace un tiempo un estudio en el que preguntaban a la gente qué les haría felices, y muchos de ellos hablaban de una casa: una nueva, o más grande, en propiedad, o pequeña, en el campo, en el centro de una mega ciudad, un chalé, un caserón, con jardín o terraza, con espacio, que mire a las montañas, a la playa o las tejados, con mucha luz. Cada uno con su sueño y su vida fabulada en torno a esa casa, que imagino que es lo que adquirimos con esa ensoñación: la posibilidad de otra vida.
En esa vida, yo leo, nado y paseo y junto al mar.
Solo os diré que no conozco a nadie que viva en un ático que diga: ¡ay! ojalá me hubiera comprado el primero. Y ahora sé que no hay nadie en primera línea que piense: qué pena que esta casa no dé para el interior.
Amaya Ascunce
P.D. Para compensar este vacío que siento en el que el mar me pilla ya a 400 kilómetros, me pienso echar solo perfumes de azahar. Ha sido una sorpresa ver cómo huele todo Valencia a azahar. Nunca había notado algo así, tan bestia. Incluso echando gasolina al coche, el olor de las flores lo cubre todo. Por la mañana muy pronto o por la noche es súper intenso, también al lado del mar a pesar de la brisa. Aquí van mis dos perfumes preferidos de azahar: Fleur D’orangers de Serge Luttens y Orangers en fleur de Houbigant. Los dos son maravillosos. No sabría cuál elegir. El de Houbigant es algo más oscuro y me recuerda a una amiga que tuve con 15 años y con la que pasé unas vacaciones también Valencia. Siempre he pensado que ella usaba un perfume así, ahora tengo dudas de si en realidad, todo mi recuerdo de aquel verano huele a naranjos en flor.
Una opción mucho más económica es Fleur de Oranger de Zara, de la colección con Jo Malone. No es tan intensa ni dura tanto pero desde luego que ese precio es invatible.
P.D. 2 Esta carta llega unas horas tarde porque no he abierto un ordenador en toda la semana. ¡Cómo no amar esa casa!
IMBATIBLE!!!! PERDÓN!
Amaya, circunstancialmente vivo enfrente del mar, en un 7°, a 50 metros de la orilla. No me odies, es un alquiler y tiene fecha de caducidad 😂 pero entiendo lo que dices. Yo también hago números soñando en que deje de ser un privilegio temporal. Soñemos, es gratis. Y un último apunte, yo tampoco conozco a nadie que viva en un ático y se queje. Pero veo muchísima gente que cierra áticos y terrazas. Siento como si les debieran quitar la custodia. Eso no se le hace a una terraza 😂
Abrazo desde otro cachito de Mediterráneo!