Leer por leer
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20 libros y un capítulo
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20 libros y un capítulo

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Sigo con el spam. Quiero vender más libros. Meta: un millón. Lo sé, peco de ambiciosa. Pero no tengo otra opción de momento para irme a vivir a la playa a leer y escribir.

Ese audio de arriba (cutre, pero en mi casa con los cascos del móvil es mi tope de calidad) es el capítulo 22 de mi libro leído por mí (debajo de una manta como me recomendó Cris Mitre). A ver si alguno de los más de 10.000 (¡ostras!) suscriptores de esta newsletter se anima a leerlo y a sumar algo a ese millón que me falta.

Y ahora voy a hacer una cosa que va contra mi propio beneficio. Os voy a recomendar otros libros. Dentro de La idea de ti, cada capítulo arranca con una cita de libros que me han encantado y que, además, me ayudaron a iluminar mi propio desconcierto. Todos son buenos. Todos tratan de alguna manera el tema de la maternidad, el duelo, la vulnerabilidad…

Aquí va la lista completa. (En la foto no están todos porque algunos los leí en ebook o los he prestado).

Capítulo 1 La vidente:

Nunca quise ser madre, ser madre es el peor capricho que una mujer puede tener.

Casas vacías, de Brenda Navarro

Capítulo 2 Las profecías

Hubo un tiempo para que yo tuviera una hija. Y ese tiempo pasó.

Noches azules, de Joan Didion

Capítulo 3 Los anticonceptivos

A ver si soy capaz de resumirlo: tengo una enfermedad (benigna, ¡qué suerte la mía!) que me impide quedarme embarazada de manera natural y para aliviar sus síntomas lo mejor que puedo hacer es quedarme embarazada mientras tomo una píldora cuyo efecto principal es el de evitar los embarazos. La medicina sigue siendo un arte imperfecto.

No madres: mujeres sin hijos contra los tópicos, de María Fernández-Miranda

Capítulo 4 Las amigas 

«Todos los hombres en soledad son sinceros», decía Ralph Wlado Emerson. «En cuanto entra en escena un segundo, comienza la hipocresía […] Un amigo, por lo tanto, es una especie rara de la naturaleza».

La mujer singular y la ciudad, Vivian Gornick

Capítulo 5 La gran ciudad

El tiempo libre de las mujeres que se dedican a tiempo completo al cuidado de hijos menores de dos años es de aproximadamente cuatro horas y diez minutos al día, mientras que el de las mujeres que dejan a sus hijos a cargo de instituciones de cuidado infantil es de cuatro horas y veinticinco minutos. En otras palabras, hay una diferencia muy reducida de apenas quince minutos.

Kim Ji-young, nacida en 1982, de Cho Nam-joo

Capítulo 6 La presión

Ahora sabes que es mejor no contar demasiado. Gente que combina tres tipos de anticonceptivos y aun así se queda embarazada. Esa gente. Gente que te dice que no te obsesiones, que te relajes y disfrutes, que igual lo que necesitas solo es echar un buen polvo (ja, ja, ja) que sí, mujer, que cuando menos te lo esperas, ya verás, eso es lo que le pasó a la prima de un compañero de trabajo, etcétera.

Las madres no, de Katixa Agirre

Capítulo 7 La drama mamá

Los ojos de mi madre lloraban hacia dentro.

El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes, de Tatiana Ţîbuleac

Capítulo 8 El chacra

Cuando pensamos en adoptar un bebé, o ya puesto, en tener hijos, ponemos énfasis en el aspecto de la «bendición».

Omitimos el instante del escalofrío repentino, del «qué pasaría si», de la caída libre en el fracaso seguro.

Noches azules, de Joan Didion

Capítulo 9 La tripa

Y el vientre lleno y redondo flotando en el ensueño, rodeado de un aura, de rayos dorados y cantos de ángeles, convertido en quimera escurridiza, inalcanzable, en símbolo de todo aquello que la vida nos niega cruelmente, injustamente, de todas las fiestas a las que no nos invitaron.

A mí no me iba a pasar, de Laura Freixas

Capítulo 10 Las clínicas.

Salgo de la consulta destrozada. Llamo a mi madre y me dice: «Bueno, no pasa nada si no eres madre…». Sé que no pasa nada, soy feliz con la vida que tengo, me siento realizada, pero de manera irracional me echo a llorar en medio de la calle. Suerte de mascarilla.

Madr¿eh?, de Lyona Random Comics

Capítulo 11 El dolor:

No dejaba de disimular. ¿Por qué era tan importante disimular la angustia? Lo ignoro, pero así son las cosas. Expresar vulnerabilidad resulta fácil cuando somos fuertes y casi imposible cuando no lo somos.

Maelstrom de Sigrid Rausing.

Capítulo 12 La envidia

En los humanos, la composición química de las lágrimas de emoción es diferente de las lágrimas que se forman para limpiar o lubricar el ojo, por ejemplo, por contacto con un agente irritante. Se sabe que soltar esas sustancias puede ser beneficioso para quien llora, lo cual ayuda a explicar por qué tan a menudo la gente cree encontrarse mejor tras un buen llanto.

El amigo, de Sigrid Nunez

Capítulo 13 La ansiedad

El lenguaje neoliberal es emocional, inspirador, empoderante y pútrido.

Convierte los deseos en derechos y los derechos en deseos. Túmbate aquí, abre las piernas. Concéntrate en tus sueños: si los deseas con suficiente fuerza, se harán realidad.

Las madres no, de Katixa Agirre

Capítulo 14 La terapia

Al contrario, la franqueza con la que admitimos nuestras incapacidades emocionales —el miedo, la ira, la humillación— es lo que nos lleva a crear los vínculos de amistad de hoy día. No hay nada que nos acerque más a los otros que el grado en que afrontamos abiertamente nuestra vergüenza más profunda cuando estamos con ellos.

La mujer singular y la ciudad, de Vivian Gornick

Capítulo 15 El hotel 5 estrellas

Estamos vivos de milagro, lo científico sería morirse ahora mismo.

Mortal y rosa, de Francisco Umbral

Capítulo 16 El tejo

El amor y el sentido común no siempre son compatibles. Generalmente uno tiende a elegir la intensidad por poco que dure y a pesar de todo lo que ponga en riesgo.

La hija única, de Guadalupe Nettel

Capítulo 17 El primer embarazo

Nunca vaya a sitios así sola. Lleve a su marido, a su amiga, al marido de su amiga, a su madre, a su tío, a su hermana, a quien sea, incluso a la vecina de al lado. Llévese a cualquiera que la ayude a encontrar la salida. No la salida definitiva, simplemente la salida del edificio.

Tienes que mirar, de Anna Starobinets

Al parecer es en este momento cuando por primera vez me divido en dos. Uno de mis yoes se limpia el gel del vientre con manos temblorosas. La otra vigila tranquila y cuidadosamente a la primera y también la médico, y en general es muy observadora. Por ejemplo, se ha fijado en que no se refiere a mi hijo como «niño». Ahora solo lo llama «feto».

Tienes que mirar, de Anna Starobinets

Capítulo 18 Albacete, Benidorm, Segovia

Y aunque los altos cipreses, las colinas, los caminos, parecieran estar ahí para hablar de serenidad y paz, lo único que veo en la naturaleza es su profunda indiferencia. Su orden sin propósito, su belleza sin objetivo, se me antojan crueles.

Lo que no tiene nombre, de Piedad Bonnet

Capítulo 19 Diario de un embarazo 

Tenía miedo de mirarla a los ojos y sentir empatía por la tristeza de perder a sus padres.

Sentía que podía pasármela como si se tratara de un virus. Las embarazadas se contagian de todo

Casas vacías, de Brenda Navarro

Pero a veces se tarda media vida en mirarse a una misma con compasión.

A corazón abierto, de Elvira Lindo

Capítulo 20 El parto

Concentraos en el amor. Es lo único que no está sujeto a las circunstancias. 

Las manos cerradas, de Francisco Bescos

Capítulo 21 La madre

Dicen que detrás de toda mujer sin hijos hay una historia. ¿También detrás de las que los tienen la hay?

¿Quién quiere ser madre?, de Silvia Nanclares

Capítulo 22 La maternidad

¿Por qué no me lo había preguntado antes? ¿Por qué hay mujeres que damos por sentada la maternidad? ¿Por qué creemos que la maternidad llegará con la naturalidad —y la irreversibilidad— con la que llega el otoño o la primavera?

Una suerte pequeña, de Claudia Piñero

Capítulo 23.  El éxito

Nada genera más ansiedad que la afirmación de Rilke cuando dice que si una persona siente que puede vivir sin escribir no debería escribir en absoluto. ¿Debo escribir?

El amigo, de Sigrid Nunez

Capítulo 24 La hija

Higiene

No hay nada más limpio

En este mundo

Que tus manos sucias, hija mía.

Agradezco el don de ver

Correr el agua entre tus dedos

Chaparros e incapaces

De infligir daño alguno.

Y ojalá así hundas las manos

En el barro, en la carne

Y en el vacío de otras manos.

Y te baste

Con el tiempo

Un jirón del río para dejarlas

De nuevo como nuevas.

Aquí estuvo Kilroy, de Miguel Ángel Herranz


P.D. 1 Siento el spam si ya lo has leído. Siempre puedes comentarlo o recomendarlo: RESEÑAR

P.D. 2 Último spam: COMPRAR La idea de ti, de Amaya Ascunce

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Leo novelas, ficción, no ficción, biografías... Leo mucho dramón y mucho menos comedia de lo que me gustaría. Leo sin complejos y sin buscar nada. Y me encuentro de todo. También escribo. Pero poco.
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